desde fuera...
Las cosas parecían empezar a tomar forma levemente. Se agrupaban las gotas que un día sintieron el temor de ser esparcidas, formando pequeños remolinos, recordando a una familia de hormigas transportando un pedazo de pan que se precipitó segundos antes.
A día de hoy seguía necesitando vencer por una vez la curiosidad. Y averiguar de una vez por todas qué se escondía detrás de los agujeros que a simple vista habían sido durante este tiempo pequeños orificios por los que entrar, pero de los cuales le estaba resultando excesivamente difícil salir. Sobre todo desde que había decidido sacar tantas cosas fuera que ahora consideraba innecesarias.
Desde dentro todo era muy distinto. Los enjambres, recobecos construidos a base de tierra mojada ya nunca más resultarían un lugar seguro. Quizá por ese miedo al derrumbe había sobrevivido tanto tiempo al abrigo de esa oscuridad en su pequeño pero gran espacio.
Los espejos esta vez devolvían continuamente la misma imagen. Ya no reflejaban aquella pequeña que sonreía con gratitud al contarse los dedos de los pies y comprobar que no faltaba ninguno. Las cosas más nimias eran ahora un motivo más del que suspenderse. Después de tanto tiempo inflando globos de colores, era la primera vez que sentía ganas de volar agarrada a ellos. Y ya no sentiría más vértigo...