Rayadas de miércoles...

Finalizando las 22 primaveras. Tan sólo me quedan unos días. Y como siempre empiezo a barajar mi pasado pensando qué me ha quedado por hacer esta vez. Me resulta inevitable a fin de año o en cada cumpleaños hacer un balance positivo y negativo de lo que estoy viviendo. Hasta cierto punto lo considero necesario. Pero echando la vista atrás, esta vez me entra un poco de vértigo. Intento ser consecuente con todos los cambios que a más o menos prisa he introducido en mi vida durante estos últimos meses sobre todo. De momento el balance es positivo. Es cierto que estas últimas semanas empiezo a flaquear un poco, por el hecho de que cómo no, siempre tus jefes no son lo que tú pensabas, o si lo pensabas preferías pensar que no era así. El caso es que ando quizá demasiado absorbida por un trabajo que de momento no llega a satisfacerme, y que incluso a días llega a cabrearme en exceso. Hace justamente un año que empecé mi contrato más largo en Madrid. Hace justamente un año que empecé a insultar a la vida sin recato tras arrebatarme a alguien que quería. Hace justamente un año de tantas y tantas cosas que se me quedan al lado sentadas mirandome como diciendo: Qué imbécil eres, casi 23 años de existencia y sigues siendo tan ingenua e inocente. Quizá algún día eso fuera cierto, pero hace unos meses que me he dado cuenta de las "necesidades necesarias". Esas que cuando tenía no valoraba. El domingo me gustaría estar en casa, pero tranquila, no pasármelo metida en un autobús viendo pasar las horas. Decirle a mi madre "Gracias" por haberme traído al mundo. Y parecerá una gilipollez, pero tal día como ese a ella la felicitaban por parirme y a mi por nacer. Es extraño estar fuera de casa ya casi 3 meses. Al menos, tendré una visita de mis amigas, que aún no conocen mi mini-piso. Tengo un día confuso. Un revoltijo de sensaciones en el estómago, como si algo me dijera "¿qué estás haciendo?"... Y eso digo yo,... ¿qué estoy haciendo?. Supongo que vivir, puesto que no nos queda otra opción ¿no?