Ganas...

¿Dónde se quedan las ganas ya vacías cuando las hemos usado para evadirnos de algo no demasiado agradable? Ganas de huir de la rutina, de los bajos momentos, de lo de siempre, del miedo a enfrentarnos a los altos vuelos... Algún día, usadas desde su rincón del olvido, volverán dando guerra. Reclamando ser de nuevo partícipes de nuestra vida. Imagino que todo ese tránsito de ganas es lo que alberga mi cuerpo estos días. Se sienten traicionadas por aquella vez que no usé todas ellas para conseguir lo que tanto deseaba. O aquel día que no aprecié que ellas habían sido lo que habían movido mis impulsos. Ahora desde dentro, revolucionan los oscuros interiores que me dejó el invierno de las libertades, y reclaman su atención ahora que se van evaporando cada día. Ya casi no me quedan dentro ganas de esas impetuosas de querer comerme el mundo aunque tuviera alfileres. Las que sobrevivieron al frío se reservan para épocas mejores. Guarecidas al abrigo de mi pequeño estómago de mariposas... Y el verano, que va pasito a pasito comiéndose mi preferido mes de mayo, ... ¿rehará lo que destruyeron los vendavales? Quién sabe...