Es extraño cómo la vida nos quita y nos da, sin pedir casi nada a cambio. Ese casi nada, a veces se nos vuelve enorme, en el momento que supone perder algo que hasta entonces considerábamos importante. Con el paso del tiempo, te das cuenta también que todo aquello que no considerabas imprescindible, de repente lo es. Y aunque quieras evitar sentirte un auténtico imbécil, la mente sólo te deja pensar en aquello que te trae recuerdos absurdos. Y te ves como un gilipollas mirando todos los días un álbum de fotos y la única conversación que tienes es o por teléfono o cuando hablas con las plantas. Inevitable sentirse confusa, estúpida e ignorante en días como hoy, que apenas puedes caminar sin tropezar con luces de colores, petardos y turistas, mientras el sol empieza a calentar un poco más fuerte y te obliga a ir en manga corta en pleno mes de marzo.