Espiral de dudas

Hay días que pienso quizá demasiado. Últimamente parece que tuviera 4 años y estuviera en la edad del por qué. La pregunta de hoy es la siguiente:










Detesto que intenten convencerme de que hay problemas peores que los míos. Que no soy la más desdichada del mundo, y que no voy a ninguna parte con el plan victimista. Detesto que me miren por encima del hombro, haciéndome sentir ridícula. Detesto que me sobrevaloren, y que me infravaloren. Nada tiene una medida justa. Yo no la tengo, y mis sentimientos tampoco. Los problemas tienen la relevancia que queramos darles. Pero si les damos más importancia que la que merece el resto, entonces, somos inconformistas, caprichosos y consentidos. Las justificaciones que considero hay que dar en la vida, son aquellas que te valen a ti como argumento propio. La conciencia de vez en cuando merece un descanso. La mía, está de vacaciones.
Music box: Saeglópur, Sigur Ros


Desde el ángulo de esta habitación se percibe todo sumamente negativo. El aire se condensa en los cristales y me huele todo a ausencia. Apenas se refleja mi silueta con la luz de la vela, me desfigura la nariz. Meses de insoportable rutina y la distancia están haciendo que se me proyecte el alma en otro lugar, que los impulsos de mis neuronas me digan a diario que este no es el sitio ni el momento adecuado para una pequeña muñeca en un mundo de gigantes. Y cual hormiga, veo que las cigarras sólo se preocupan de su canto, mientras yo apenas acierto a afinar mis cuatro notas de siempre. Al reloj no parece importarle como siempre mi presencia y se dedica a jugar con sus manecillas en mi contra. Como una absurda mentalista aficcionada intento detener sus tic tac, pero se vuelve contra mi, y su rutinario sonido se me vuelve un martillo incesante en la memoria,...